Me he cruzado una pareja "peculiar", diría que de treinta-y-muchos.
Él bajito, escuchimizado, con una calva que ya casi llegaba a la nuca... un enanito de Blancanievas.
Ella enorme, altísima (como 2 metros!), bien entradita en carnes, melena larga rubio platino... una auténtica Valquiria.
Él sacaba fotos mientras ella se movía torpemente en (una enorme) bicicleta, al borde de perder el equilibrio. Era la primera vez que montaba en bici, pero mantenía intacta la ilusión de una niña. Los dos mantenían su ilusión intacta.
Son estas pequeñas anécdotas las que me ayudan a recuperar (o al menos a no perder por completo) la fe en las personas.

